lunes, 8 de noviembre de 2010

SU PROPIA PERSONALIDAD

                       Pasó la mañana como hacía casi siempre, entregando currículums por los comercios cercanos a su casa, cada vez ampliaba más el radio de entrega, a la vista de que no la llamaban,no la ayudaba demasiado su estética, porque el pelo rojo con el mechón rosado en la frente, no era lo que se dice la idea que tiene un empresario para contratar a alguien cara al público, tenía que ser alguna tienda muy especial. Tampoco los piercings, ni los tatuajes que cubrían sus brazos. Pero ella era así, tenía una personalidad que mostraba al mundo a través de su piel, nadie la iba a obligar a prescindir de ello.
                           Y eso, fue lo que atrajo a Carlos, empresario de éxito con varias tiendas en la zona, pero que quería cambiar la imagen en una de ellas a ver como se daba, asi que la llamo, para sorpresa de Marina y le hizo la entrevista. Encontró una joven segura de si misma, con un alto nivel cultural, educada y con buen temperamento. El contrato, fue para ella.
                             No era del gusto de Marina que el jefe estuviera en la oficina de al lado, que cada dos por tres se presentara en la tienda a ver como iban las cosas, pero era el que pagaba, no le ponía pegas a su forma de llevar el negocio. Surgió el problema, cuando después de llevar seis meses trabajando, llegó el verano y vino el padre del jefe de vacaciones, era relativamente joven, unos cincuenta, pero la cara de libidinoso no se la quitaba nadie. Impecablemente vestido, tonos claros y jersey encima de los hombros, cuando Carlos los presentó, la acercó hacia él y la besó en ambas mejillas, desubicado.
                              Una semana más tarde, estaba harta de las visitas diarias del padre, de sus insinuaciones, de sus intentos de roces, pero Marina era mujer de recursos, no pensaba dejar el trabajo que tanto le había costado conseguir, llamó a un amigo y pusieron una cámara oculta entre la ropa. Los  próximos avances de este hombre, fueron grabados, ni corta ni perezosa, le entregó la cinta en mano, diciéndole que sabía que tenía mujer e hijos y que también creía que a Carlos no le iba a gustar lo que se veía allí. Ese día, se acabó el problema, Marina siguió con su trabajo, con los años, la nombraron encargada de todas las tiendas de la zona. 
                               
                              

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