domingo, 4 de julio de 2010

Tocado por los hados.

                                                         Muy alto y delgado, su brillante calva ondeaba al viento, sí, porque tenía un brillo inusual que hacía que la luz se reflejara en ella de manera casi cruel.
                          Su mirada obligaba a desviar la del otro, no por intensa, padecía desde su adolescencia un problema tiroideo, en donde el exoftalmos era la imagen visible, esos ojos como salidos y muy grandes.
                               Pero Narciso, (para colmo le pusieron ese nombre), a pesar de tener una infancia-adolescencia marcada por las grotescas imitaciones de los compañeros de clase, creció con una mente y una personalidad que muchos quisieran para sí.
                          Lo que mas sorprendía de este hombre, aunque tenía un físico endiabladamente feo, es que era una autentica atracción, siempre rodeado de gente allá donde fuera. Daba igual en el sitio que estuviera, se convertía siempre era el centro. Y no era muy simpático, ni muy extrovertido, ni siquiera gran conversador, pero tenía algo que atraía.
                            Le rodeaban tanto mujeres como hombres, le querían y mimaban.
                        Fue tocado por los hados con ese saber estar que solo uno entre un millón, posee.

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