jueves, 11 de noviembre de 2010

SOLEDAD EN COMPAÑÍA

La repetición del mismo ejercicio una y otra vez, no hacía que los alumnos aprendieran con más rapidez, en este caso, se notaba el cansancio y el aburrimiento. Flora se dio cuenta al rato de la incapacidad de los chicos, así que decidió cambiar de táctica, los sentó formando un redondel, ella en medio, la clase empezó de nuevo.
            Tres horas después, se vieron resultados, los alumnos empezaron a hacer las cosas de mejor manera y Flora, satisfecha con los resultados, se sentía mas relajada y tranquila.  Hacía diez años, que era profesora de primaria, le gustaba su trabajo, le gustaban los niños y se sentía feliz de darles clases. No siempre fue así, hubo un tiempo, en que no sintió ese placer que experimentaba ahora, cuando aquel chico de segundo, se le tiró a la cara y le mordió de la manera mas cruel. Pero eso pertenecía al pasado, ahora, sólo quería ver el presente, la actualidad. 
            No era una maestra joven, puesto que llevaba ya quince años trabajando como profesora, siempre en el mismo colegio, siempre con los mismos niños.  Los treinta y siete  que tenía, los llevaba muy bien, pues la alimentación y el deporte, habían ayudado.
            Pero el no tener pareja, la angustiaba, sentía que el tiempo pasaba y se veía sola, quería tener hijos y un marido en quien apoyarse en los momentos de angustia.
              Pero no pudo ser, el mayor apoyo que pudo conseguir, fue su trabajo y sus niños, el paso del tiempo, le hizo ver, que ese apoyo, era tan bueno como cualquier otro.          

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