jueves, 11 de noviembre de 2010

LA AVENIDA MARÍTIMA DE LAS PALMAS

              En la Avenida Marítima, las olas saltaban sobre los viandantes sin ningún aviso previo. Eran de un tamaño inusitado para lo que solíamos estar acostumbrados, la gente no se acercaba al paseo y los que estaban mas cercanos, corrían como alma que lleva el diablo.
                      No estaba previsto ese tipo de oleaje, pero de un momento a otro, había surgido de esa forma. Una tormenta de incalculables proporciones, se acercaba a la costa. La almibarada espuma  estallaba con ese sonido suyo, que asustaba, pero a la vez hacía gozar a todo el que lo sintiera. 
               Un número determinado de olas después, la paz durante unos minutos y al rato, vuelta a empezar.  El salado que se desprendía nos bañaba la cara y los labios, así que con sólo pasar la lengua por ellos, sentíamos el sabor del mar.                        
                          Pero a pesar de todo, seguíamos caminando, era importante esos kilómetros diarios de paseo, que hacía tanto bien a nuestro cuerpo. Saludábamos a los conocidos, era mucho tiempo sin vernos, nos parábamos y nos contábamos partes de nuestra vida en la Avenida, ya que hacía tiempo que no coincidíamos.
               Parte de la Avenida no daba directamente a la playa, le habíamos quitado metros al mar, en donde se construyó un club y  un varadero. En ese trozo, se hallaba la cruz roja y varias cafeterías y restaurantes. 
                La Avenida Marítima de Las Palmas es muy agradable para pasear, las olas descritas arriba, sólo se ven raramente, en general el tiempo es benigno y calmado.  Le invito a que lo compruebe por usted mismo.

                

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