Vaciamos las papeleras de la oficina y una vez terminamos de limpiar los suelos, nuestro trabajo había acabado, mis compañeros se despidieron, pues a mí me tocaba esa semana la hora de salida mas tarde, que consistía en apagar luces, cerrar ventanas, bajar las palancas y comprobar que no se quedara nadie, una vez hecho esto me podía marchar. Me cambié de ropa en las taquillas del sótano y me dispuse a marcharme, fue entonces cuando un ruido me paró en seco, en medio de la oscura escalera que estaba subiendo, era el sonido seco de una puerta al cerrarse, después, silencio. Pero no podía ser, estaba segura de haber dejado todas las puertas cerradas, como hacía siempre. Volví sobre mis pasos, al vestuario, me senté y esperé un rato, a ver que pasaba. De nuevo otra puerta, quien quiera que fuera, no tenía reparo, no pensaba que pudiera haber nadie, ahora sonidos de voces murmurando, un hombre y una mujer. Rapidamente cogí mi móvil, llamé a la policía, les conté lo que pasaba, estaba dentro de un banco, la limpiadora, ruidos, voces, no sabía cuantos eran, ni si iban armados. Me dijeron que me encerrara con llave en el vestuario, que irían en seguida.
En efecto, en siete minutos, el ruido de las sirenas, las luces azules que se colaban por cualquier rendija, los frenazos de los coches, parecía una película, yo seguía donde me dijeron hasta que tocaron en la puerta, policía, abra, con cautela abrí, venga, usted conoce el banco, les llevé hasta donde estaba la caja fuerte, el despacho del director, seis fornidos policías me custodiaban, empujaron la puerta sin miramientos, yo, atrás, asustada, en el interior, gritos de hombre y mujer, el director del banco y su amante, los dos desnudos...... en el magnífico sillón de cuero de su despacho, follaban como no podían hacerlo en ningún otro sitio.
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