El parque era nuestro punto de reunión, en el pasábamos las horas muertas, de alguna manera, eramos estudiantes y la falta de dinero, se notaba. No eramos demasiado jóvenes, en el grupo, los de menor edad, podrían tener entre veinte y veinticinco años, los demás eramos todos mayores, algunos, repetidores, otros estudiaban por libre y otros se habían decidido tarde a estudiar una carrera. Pero de la forma que fuera, nos sentíamos todos unidos por un mismo propósito, nadie sabía si conseguiría terminar, pero la ilusión primaba en todos y cada uno de nosotros.
Años después, recordaba aquellos momentos pasados y como se desarrollaron los acontecimientos. Nadie hizo lo que pensaba, bueno, algunos terminaron sus carreras y trabajaron en lo que querían, pero otros, otros no sólo no lo hicieron, sino que acabaron de la manera mas absurda.
Si, porque con la ingenuidad o la estupidez de la edad, a alguien, se le ocurrió que no era tan descabellado ir durante la noche a robar los exámenes que ya estarían en la secretaría. Y, por supuesto, todos aplaudimos la idea, preparamos un plan y a la noche siguiente nos reunimos a la entrada del colegio.
El profesor de guardia nos pilló a la primera, la ignorancia tiene eso, el que no sabe, es como el que no ve.
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