Juan y Lola, viven en una ciudad cualquiera de cualquier país. Tienen tres hijos propios y tres adoptados, adopción temporal le llaman. Los chicos vienen de familias desestructuradas, cada cual con tremenda y triste historia detrás. Padres en la cárcel muchos, otros en rehabilitación por drogodependencias, algunos simplemente, los abandonaron y están a la espera de la adopción definitiva. Cuando la situación de sus familias biológicas mejora, los chicos se marchan, y vienen otros. A veces pueden pasar años.
Los hijos propios de Juan y Lola, saben y respetan, han crecido y madurado sabiendo que hay chicos que no han tenido en esta vida la suerte que tienen ellos. Les ayudan.
En esa casa se han vivido momentos muy dramáticos, personas de menos de metro y medio, han preguntado infinidad de veces ¿porqué?... y ellos no han encontrado una respuesta adecuada que darle.
Juanes y Lolas hay muchos en el mundo, viven el el más absoluto de los anonimatos, pero están ahí, haciendo su labor callada día a día, procurando que cuando los chicos crezcan, recuerden que hubo alguien que sí los amó.
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