Permanente la sonrisa, la imagen impecable, siempre divertida y con buen humor. Así era ella, no había doblez en su forma de ser, auténtica por los cuatro costados. Tenía amigas por doquier, daba, igual que recibía, compartir era su sino. Para ella la palabra sacrificio no existía, si hacía algo por alguien, no lo consideraba como tal, sino simplemente eso, algo que al hacerlo con amor, era un acto de humildad.
Cuando conoció al hombre que consideró el de su vida, pensó después de muchos meses, que era su alma gemela, no tardó en darse cuenta de la triste realidad.
Parecía que Miguel era perfecto, no encontraba fallos en él. Pero según pasó el tiempo, fue este mismo el que le fue dando pautas del carácter volátil y caprichoso de Miguel. Por momentos era antojadizo e informal, pero en otras ocasiones parecía decidido y serio. La volvía loca. No terminaba de entender la forma de ser de ese hombre al que quería con locura, pero que no entendía.
Así que años mas tarde, cuando conoció a Ignacio, no lo pensó dos veces, necesitaba una persona que diera un poco de estabilidad a su vida, en él, encontró todo eso que Miguel jamás le podría darle, por mucho esfuerzo que hiciera, su forma de ser, siempre, se lo impediría.
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