ALTERACIÓN PLANETARIA

                                                     La terraza estaba cerrada por extensos ventanales, pero en cuanto llegó, lo primero que hizo fue abrirlos todos y dejar pasar en toda su plenitud el anochecer. Llegaba cargado con los intensos olores de mar reciente, con sonidos entremezclados que no dejaban lugar a dudas.
                         Respiró ruidosamente asomada a la terraza, sintió las pequeñas gotitas que la marea enfadada le enviaba en uno de sus arrebatos, pero no se movió ni un ápice, sino que siguió sorbiendo con fruición y ansias, ese trozo de naturaleza.
                          Su vida siempre había estado unida a la del mar, sin él no encontraba sentido al día a día. Quizá el que su padre fuera pescador, hizo que formara parte de su vida de esa manera tan intensa.
                          Cuando hablaba de vivir pegada al mar era justo así, pues eran unas chabolas sin autorización. Las autoridades hicieron la vista gorda durante muchos años y ella y su familia disfrutaron como nadie. La única vez que de pequeña se quedó a dormir en casa de una amiga lejos del mar, no descansó, echando de menos el arrullo de las olas que durante la noche, con aquel sonido característico golpeaban contra el alto muro de su casa.
                         Su padre lo había construído para evitar que al llegar Septiembre y las mareas del Pino, las enormes olas penetraran en su casa. Enormes olas en la pleamar, porque en la bajamar, la marea practicamente desaparecía, en su lugar quedaban los fondos marinos, que los curiosos de los alrededores se encargaban de limpiar de mariscos y cualquier cosa comestible.
                      Entonces uno miraba a lo lejos y no veía el agua, los niños corríamos para poder mojarnos los pies.  Después, pasado ese tiempo, todo volvía a la normalidad, la gente también.
                       Es la época del año en Las Palmas y en muchos otros lugares, en que se alteran las mareas, la luna, el sol, los planetas...