Así era Simón cuando lo conocí, pequeño y delgaducho, lo habían encontrado en un campo solo y abandonado, tenía dos meses mas o menos. Lo supe por una amiga y como ya tenía en mente adoptar otro perro, me puse en contacto con ella.
La llegada de Simón a casa fue una alegría, simpático e inteligente, aprendió con rapidez, al principio fue trabajoso, "pises" y cacas por todas partes... Pero según nos fuimos conociendo, me fui dando cuenta de su manera de ser y de estar, en casos así es importante la paciencia y el cariño.
Con mi otra perrita, Nala, hizo migas en seguida, Nala es un poco sosa y no sabía jugar, pero Simón se encargó en poco tiempo de enseñarla. Hoy día forman la pareja perfecta, ella le da tranquilidad y él un poco de "marcha".
Así es dos meses después Simón, grande y con cara de buena "persona". Me siento feliz de que esté con nosotros, ha dado vida en mi casa.
Es cierto que no siempre se puede adoptar un perro, yo lo hice porque mis circunstancias me lo permiten, estoy jubilada y paso mucho tiempo en casa. Me encanta darles amor a mis perritos, ellos te corresponden de la misma manera.
Les dejo con una foto de Nala y Simón jugando, son...especiales para mí.
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