jueves, 2 de agosto de 2012

Carlos y yo.

                                                 Vivo con él hace un mes. Estamos profundamente enamorados.
                                  Le dedico todas las horas del día y pensar que está ahí me causa placer. Carlos es dulce y alegre.
                            Es cierto que es un tanto obstinado y caprichoso, voluntarioso y exigente, demanda demasiado de mí, pero como lo quiero tanto, le perdono todo. Ayer llegué a la oficina con la cara llena de arañazos... no era la primera vez, todos me miraron y algunos más atrevidos, me dijeron algo...

                                Para tranquilizarlos  les dije: — vaaale, esta tarde cuando lleve a Carlos al pediatra, le diré que le corte las uñas.

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