Vivo con él hace un mes. Estamos profundamente enamorados.
Le dedico todas las horas del día y pensar que está ahí me causa placer. Carlos es dulce y alegre.
Es cierto que es un tanto obstinado y caprichoso, voluntarioso y exigente, demanda demasiado de mí, pero como lo quiero tanto, le perdono todo. Ayer llegué a la oficina con la cara llena de arañazos... no era la primera vez, todos me miraron y algunos más atrevidos, me dijeron algo...
Para tranquilizarlos les dije: — vaaale, esta tarde cuando lleve a Carlos al pediatra, le diré que le corte las uñas.
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