domingo, 5 de agosto de 2012

Horror sin detalles escabrosos.

           La periodista tocó a mi puerta a la hora exacta. Al pasar le sorprendió de la decoración de mi casa, vivo en un barrio antiguo de mi ciudad, mi edificio es de varios siglos atrás. Pero hace ya varios años y al morir mis padres, "cuando tuve diez años mi mamá me dejó bajar a mi hermanito pequeño de la planta alta, pensé que me consideraba mayor y me sentí como tal" decidí que no quería vivir más en esa oscuridad de muebles, cortinajes y maderas, así que lo vendí todo."recuerdo con cariño el día que mi padre me enseño a hacer una hoguera". Puse  muebles claros y jarrones con flores frescas por toda la casa.
 Decidimos empezar la entrevista en la mesa de la cocina, ella aseguró estar más cómoda. 
           — Sra. Doreste, ¿cometió usted algunos de los crímenes de los que se le acusaron en su día?. —No.
            —¿Por qué cree que estuvo tanto tiempo en prisión y tuvo tanto alcance mediático su caso?
        —He tenido mucho tiempo para pensar en ello y sabemos del morbo que existe en la sociedad en torno al asesinato y la muerte. Por desgracia es lo que mas vende, así que los medios sacaron buena tajada de ello. La policía cometió errores que a estas alturas ya han reconocido...en fin, fueron una serie de circunstancias desgraciadas. "en ese momento recordé con tristeza la muerte de mi abuelita, sobre todo porque fue la única persona que realmente se preocupó por mí".
         —Señora Doreste, ¿me está escuchando?
          —Oh, sí, perdone, es que como comprenderá, este tipo de conversaciones, en fin...
           —Claro, ¿quiere que paremos un rato?.
          —No, no, estoy bien.
         —De acuerdo, prosigamos. El crimen que la llevó a prisión, fue el de su marido, repasémoslo. Él dormía en la parte de atrás de la casa y usted estaba en la cocina, pero no se acordaba que ese día, martes, lo tenía libre, olió a quemado, la distancia es larga hasta el dormitorio y pensó que algún vecino estaría quemando rastrojos o algo así, ¿voy bien?.
            —Sí. "Jaime nunca fue un buen hombre... no era lo que parecía, vivía por y para la política, o sea que era ambicioso, egoista y mala gente...solo yo lo conocía bien".
               — La prensa, después de aquello, la llamó "la mujer que no sabe llorar" pues se dice que usted no derramó una lágrima. ¿Es cierto?.
                —Sí.
             —Como tampoco lo hizo cuando tuvo el accidente de coche y falleció el hijo de su marido. 
              —Sí. "el pobre Junior era un caso aparte, nueve años, un transtorno neurológico que aunque no se notaba a simple vista, convivir con él era el peor de los horrores...bueno también fue un horror su muerte...
                  


              Pensé que si seguía con aquellos monosílabos me iba a tener que inventar parte de la entrevista, joder, era un hueso duro de roer, impenetrable y hermética se la notaba ensimismada en viejos recuerdos. Delgada y mas bien baja, de movimientos ágiles, solo destacaban en su cara los ojos, redondos y oscuros casi negros y de mirada fija, no parpadeaba y eso producía inquietud en el interlocutor, con frecuencia me veía obligada a bajar la cabeza para apartar la mirada. 
             —Con su permiso, Señora Doreste, voy a repasar la lista de los sucesos "tristes" que han sucedido en su vida,  ¿le importa?.
                —No.
                 —Bien, la muerte de su hermanito teniendo usted diez años, la muerte de su padre en un incendió en el granero con ocho años, murió su abuela por exceso de medicamentos y usted tenía quince, la de una amiga de su madre que..."y mientras ella hablaba ...yo pensaba...en la muerte de María...y de Lorenzo...y de tantos otros que...no sabía...




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