jueves, 28 de abril de 2011

Mi hijo.

                       Tiene veintisiete años y se llama Antonio, y desde aquí necesito decirle que es para mí un orgullo tenerlo por hijo. Él es el que me escucha cuando hablo y si hace falta me aconseja, el que me anima en momentos de bajona y con el que comparto las incidencias del día a día. Es el que se erigió en un momento de su vida y sin que nadie se lo pidiera en hermano-padre de su hermano pequeño. Nunca nadie lo hubiera hecho mejor. Ecuánime, sincero, legal y leal. Justo en sus razonamientos y con una visión abierta y sensata en su forma de ver la vida. 
                          Es independiente hace muchos años, trabaja y estudia on-line. Creo que él es simplemente lo que toda madre desearía que fuera su hijo. Por eso desde estas líneas, gracias, Lulo, por ser como eres.
                          

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