sábado, 3 de septiembre de 2011

Aquella mujer.

                                          Desde luego, no era mi intención mostrarme tan desagradable, aquella mujer me gustaba muy mucho. No se porqué, con la gente que más me agradaba, peor era mi comportamiento, lo mismo me pasó con una hermana a la que admiraba y con aquella profesora que me ayudó tanto.
                              Detrás de toda esta gente que he nombrado, vino una larga lista, amigas, compañeras de colegio, novios que me dejaron al poco de conocerme, en fin, multitud de personas. Pero ésta mujer que conocí hace dos escasos días, creo que incluso sería capaz de cambiar mi forma de actuar. 
                                Era más bien baja, puede que tuviera unos cuantos kilos de más, pero había algo en ella, que no se, hacía que la recordara continuamente. De pelo oscuro y muy corto, labios gruesos, seductores, y sonrisa fácil. No se si eran los pequeños hoyuelos que se formaban a ambos lados de sus mejillas, o el alboroto de su flequillo, que demasiado largo, hacía que de continuo lo estuviera colocando. Mientras repetía ese movimiento, dejaba ver sus manos largas y perfectamente cuidadas 
                                  Lo cierto es que mi pensamiento estaba en ella y en la oficina donde trabajaba. Así que el día en que salimos por vez primera, supe que había encontrado a la mujer de mi vida.

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