Cuando lo conocí, yo era casi una niña, me enamoré, nunca pude averiguar si aquello fue sólo una ilusión de adolescencia o verdadero amor. Quiero creer que más bien lo primero, porque él me fallo y sufrió por haberlo hecho. Es cierto que también yo lo pasé mal, pero superé la adversidad como las mujeres solemos hacerlo o sea, a otra cosa. Que tarde años y me costó lo mío, es verdad, pero al final lo conseguí. La pena que tengo, todavía hoy, es que él, estuvo purgando su culpa durante casi una vida. No me parece justo, pero fue su decisión, quizá su forma de ser no le dejó actuar de otra manera. Aun así, puedo sentir que a través del tiempo, de los recuerdos y del contacto que hemos tenido durante estos años, se ha convertido en uno de mis mejores amigos, no lo digo por la frecuencia con que lo veo, que es poca, él tiene su vida y yo la mía, sabemos lo que sucede en estos casos, pero la intuición me habla y me cuenta, me lo dice. Sé, que si necesitara de su presencia o tuviera algún problema, estaría ahí. Él sabe que yo también daría el cien por cien por ayudarle.
De vez en cuando, como si tuviéramos una necesidad imperiosa de saber uno del otro, nos hablamos, por mail o por teléfono, entonces surge un tiempo de tranquilidad en el que nos olvidamos que existimos, pero al poco, de nuevo, por alguna situación nuestra o de otros, volvemos a contactar.
Y, así es como llevo la relación con un amigo especial, al que sólo le pido a los hados...que lo siga siendo por toda la vida.
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