lunes, 21 de febrero de 2011

MI AMIGO EL FILÓSOFO.


Tenía una particularidad tal, que todas las personas que lo conocían, sabían que tenía  unas creencias y política diferente al resto de la gente. Pero es que realmente, su forma de ser, de tan auténtica, se había convertido en algo sumamente sacrificado e idealista.  Era de una filosofía que casi se parecía a la de los antiguos.
                 Para él, una sociedad perfecta y feliz consistía en que la política dependa de la moral. Eran palabras de Platón. Recuerdo cuando un día, en una reunión hizo un comentario de un sabio:
                    La necesidad de una cosa ha obligado a un hombre a unirse a otro, otra necesidad a otro hombre, y el conjunto de estas necesidades llevó a que muchos hombres se reunieran con el objeto de ayudarse mutuamente. Es a esta sociedad a la que hemos llamado Estado, ¿ cierto ?. 
                     En pocas palabras, quienes hayan de estar al frente de nuestra república, deberán prestar especial atención a la educación para que se conserve pura, y sobre todo no deben aceptar innovaciones.                                     
                       Ese amigo, que conservo después de mucho tiempo, es humanitario y afectuoso, altruista y sensible. Tiene un coraje y un liderazgo, que ya quisiera yo para mi.
                              

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