lunes, 17 de enero de 2011

MIS CIRCUNSTANCIAS, MIS DECISIONES.

                Hubo un momento de mi vida en que no supe que hacer con ella. Lo que si sabía es que no quería seguir viviendo como lo estaba haciendo. Mi forma de ser no me lo permitía, tenía otro tipo de aspiraciones y de curiosidades, siempre las tuve. Es verdad que las circunstancias me llevaron por esos derroteros, pero no significaba que tuviera que aceptar, bajando la cabeza, lo que se me pusiera delante. 
                    Todo eso lo iba pensando, mientras empujaba el carrito de mi hijo mas pequeño camino de la guardería. Difícil lo tenía, con dos niños pequeños y un marido, también pequeño, porque pedirle ayuda para algo, era como pedírsela a los reyes magos. Estaba envuelta en una incertidumbre que no me dejaba ver claro cual era mi futuro. 
                      Al día siguiente, temprano, mi marido dormía, los niños también, cogí mi mochila, metí cuatro cosas y me marché de mi casa. Le dejé una carta que sabía que no entendería, no me preocupaba la ayuda que tendría con mis hijos, pues su madre y sus hermanas, los adoraban y vivían cerca nuestro. Él tenía un buen trabajo, lo único que tenía que hacer, era ocuparse de sus hijos y explicarles que mamá vendría pronto.
                        En la carta, le dije que me iba durante un año. Que sabía que nadie iba a entender la decisión tomada por mí, que me tacharían de mala madre y demás, pero que él me conocía mejor que otras personas, que sabía que no podía pasar las tardes viendo la tele, ni las mañanas en una oficina de ocho a tres. Le decía que si quería pedir el divorcio, lo entendería y si quería conocer a otras mujeres, también, pero lo que le pedía con ahínco es que le hablara bien a mis hijos de mí, para que en ese tiempo, no me olvidaran.
                            Al año, volví de nuevo, yo, era otra persona, él, también. Mis hijos, no me reconocieron, al menos al principio. No retomé la relación con mi marido, lo que había vivido fuera, era demasiado intenso y vital, no lo podría explicar en unas cuantas frases, lo que vivió él, fue igual.
                                    No me arrepentí de la decisión tomada, pero si me hubiera quedado en mi casa, hubiera vivido otro tipo de experiencias con mis hijos, que ahora, me había perdido para siempre.

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