domingo, 14 de noviembre de 2010

SENDERISMO EN LAS PALMAS

                    Recorrimos tantos senderos, tanta cantidad de recovecos de montañas, desconocidos, que cuando casi había llegado la noche, tuvimos que sacar las linternas, pues la oscuridad se nos echaba encima y no había forma de poder combatirla.
                     La cuevita que encontramos uno o dos kilómetros más allá, fue nuestra salvación, pues decidimos pasar la noche en ella y proseguir la ruta con la luz del sol. El amanecer fue una auténtica locura, los colores, de tan inauditos, parecían traídos de otro planeta. Se mezclaban los oros y rojos con los rosas y los violetas, nos quedamos mas tiempo del que pensábamos, pues disfrutamos al máximo de la naturaleza.  La marcha nos acogió con un tiempo cálido y de un suave y agradable clima, era tan temprano que la caminata la emprendimos despacio y con tranquilidad. Al pasar por algunos caminos, se veían pequeñas montañitas cubiertas de flores de colores diversos, alegraban la vista y hacían que el paisaje se convirtiera en un multitudinario circo, dulce y almibarado, en donde la vista, era los visitantes principales. 
                     Ver arbustos de colores amarillos y verdes era algo extraño para nosotros, en pequeños montículos se ofrecían a nuestra vista, como regalos, cubriendo de los dos tonos la mitad de la montaña, ante la extrañeza de los que por allí pasaban.
                     Cuando llegamos al pueblo, nos paramos en una cafetería, a tomar un chocolate con churros, repusimos en seguida nuestras fuerzas, seguimos el camino, mientras sólo pensábamos en la próxima vez que volveríamos a hacer senderismo en Las Palmas de Gran Canaria.

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