domingo, 14 de noviembre de 2010

ME DEDIQUÉ A VIVIR

                Encendía un cigarrillo uno tras otro, en una tormentosa  y nerviosa  sensación de incapacidad. No podía suponer que la única y primera vez, que iba a lograr conseguir terminar por fin mi tesis, algo se iba a interponer en mi camino de manera que me lo iba a impedir. Pero no, no sólo la terminé, sino que la nota que saqué, fue bastante buena, lo que hizo que pudiera optar a elegir un trabajo de una altura mayor de lo que pensaba.
               Tres años después de estar trabajando en el mejor bufete de abogados de la capital, creía que me iba a dar una depresión. Se sabía cuando entrabas a trabajar, pero no cuando salías, las horas diarias podían ser doce ó catorce, por supuesto era un horario para gente joven y sana. Tenías que tener una actitud y una aptitud completa hacia el trabajo. No existía vida familiar ni de ningún otro tipo, trabajo y más trabajo.  No lo advertían al empezar, te ibas dando cuenta poco a poco. 
                 Pero dieron con la persona equivocada, porque si bien es cierto que me absorvía el trabajo y me ilusionaba, también era verdad, que disfrutaba del día a día de mi vida, me fascinaba cualquier cosa que fuera externa al bufete, todo lo que significara desconectar un rato, un simple paseo por el parque o un baño en la piscina, si era en la playa, entonces, mejor que mejor.
                  Así que cuando me ofrecieron ser socia de la empresa, se me llenó la boca diciendo que no, abandoné el bufete, dejé lo que tanto me había costado conseguir y me volví a mi procedencia, al pueblo que hace tanto tiempo no visitaba, me instalé allí y monté mi despacho, me dediqué a trabajar y a ...vivir. 








                 
                

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.