lunes, 13 de septiembre de 2010

LA PEQUEÑA ISLA

No conoció a sus hijos, eran ahora mayores, pero no sabía de la vida de ninguno, no porque sus dos ex- mujeres no hubieran querido, sino porque él no había tenido ningún interés en saber de ellos. Hoy día, ya viejo, deteriorado y enfermo, sentía la necesidad de tener a su lado a personas de su propia sangre.Había hecho una pequeña fortuna y  se agenció un detective o algo parecido que prometió encontrar a sus cuatro vástagos. Así que dos meses mas tarde, el hombre aquel, se acercó a su cabaña de la playa a contarle los encuentros.
          Y,efectivamente, encontró a todos, dentro de unas semanas, las visitas de los cuatro, serían su mejor regalo. Mientras pasaba el tiempo, seguía su vida habitual, los chicos que habitaban en una cabaña cercana a la suya, eran su mejor compañía, con ellos iba de pesca y a comprar a la ciudad, personas sanas y fuertes, generosas y divertidas, los conocía poco, pero disfrutaba con ellos y la vida sana que llevaban. Vivía hacía muchos años en aquella pequeña isla, no pensaba cambiar, ya que era feliz allí, no recordaba como llegó, tantas vueltas había dado, que le resultaba complicado recordar detalles.  Y pasadas tres semanas, llegaron las visitas esperadas, sus cuatro hijos desembarcaron de una lancha motora que los trajo de la isla mayor, el encuentro fue emotivo, durante dos días estuvieron hablando sin parar, comentando lo que hacían y a que se dedicaban, cuales eran sus gustos etc. etc.  Pero el tiempo pasó y todos empezaron a demostrar su verdadera personalidad, lo que fue bastante frustante para el viejo, pues no esperaba tener unos hijos tan poco generosos,  avaros y ambiciosos. Decidió pasado el tiempo, que la familia, te la pone la vida por delante, no tiene porque tener ningún tipo de lazos de sangre, así que feliz y satisfecho, nombró herederos de su pequeña fortuna a sus compañeros de la cabaña de al lado, a los que creía merecedores de ello.

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