lunes, 13 de septiembre de 2010

La bola de sol

  • El parque se le antojaba infinito ante ella, corría y corría sin parar, su estado físico era en verdad imponente, después de varios kilómetros no se notaba la menor huella de cansancio. Mentalmente agradeció a su cuerpo su buena forma, siempre había sido deportista, aunque ahora ya era una necesidad, porque los años iban pesando y si no practicaba todos los días, notaba la diferencia y al volver, costaba lo suyo. El trabajo no ayudaba, sentada tras una mesa buena parte de la mañana y a veces de la tarde, había llegado a un acuerdo con su jefe, salía dos horas mas tarde pero también llegaba mas tarde por la mañana. Veía a Angela, su novia, solo los fines de semana, a veces alguna noche tarde, las dos tan cansadas que el hablar se hacía difícil. La noche en que Angela desapareció, no la olvidaría jamás, no por insólita, sino por todo lo contrario, de tan normal, era aburrida. Esperó como siempre, ella llegaba mas tarde, pero cuatro horas después, busco una carta. Y la encontró, una carta que emanaba tanto desprecio y desamor que en vez de lograr llanto y pena hizo todo lo contrario, un veneno punzante y acerado fue creciendo dentro de ella y deseó con todas sus fuerzas poder matarla.

                Pero he aquí que la tenemos un año mas tarde, viviendo en un país oriental, desempeñando un trabajo totalmente diferente a lo que hacía. En aquel momento, caía la tarde, una enorme bola de sol empezaba a ocultarse tras unas montañas color violeta, que de tan hermosas dolía mirarlas. Pensaba en ese momento la vuelta tan inesperada que había dado su vida, como conoció a la persona adecuada, en el momento preciso, ni antes, ni después. La felicidad que la embargaba en esos momentos, era algo real, casi se podía tocar y ella sólo deseaba seguir viviendo así el resto de su vida, sin rencores, ni odios, ni nada que mermara su energía.Sólo deseaba seguir tocando el cielo como hasta ahora lo estaba haciendo.

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