martes, 14 de septiembre de 2010

El escritor.

                          Mientras los días pasaban, la popularidad y el prestigio de Andrés se acrecentaba, nunca imaginó ni por asomo, que pudiera llegar tan lejos. Ser escritor era su deseo de toda la vida, pero sabía que llegar a ello era tan complicado como difícil. 
                    Y de aquella forma tan sencilla, sin hacer nada especial, un día se vio envuelto en la tremenda vorágine de editoriales, medios de comunicación, etc. etc. Él sólo se dejaba hacer, no tenía ni idea de que hilos mover para acceder a lo que ahora mismo estaba en marcha. Pero para eso se le puso delante una especie de intermediario que iba solucionando problemas y él, tranquilamente, se dedicaba a escribir. 
                       Su primer libro, fue todo un éxito, el público lo acogió de muy buena manera y esperaron con impaciencia el segundo, que no tardó en llegar. 
                      Y así, los meses pasaron y con ellos los años, casi dos, el escritor novel era ya un auténtico experto, pero no era lo que él había pensado.
                    El precio de la fama pesaba, no le gustaba eso de tener la obligación de coger lápiz y papel cuando no le apetecía, el aburrimiento le podía. En tiempos pasados, escribía cuando la inspiración llegaba, después podían pasar días o meses sin coger el ordenador hasta que lo volvía de nuevo. No había ningún tipo de presión, se sentía libre para hacer lo que le venía en gana. 
                               Así que tomó la decisión que cambiaría su vida, pero lo haría sentirse mas feliz y afortunado. Esperó a cumplir los contratos firmados  y una vez hecho, se dedicó simple y llanamente a hacer lo que siempre había querido, escribir cuando la pasión y la inspiración se lo dictaran.

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