jueves, 16 de septiembre de 2010

EL BEBÉ

                                                   Caía una lluvia tan fuerte, que los transeúntes, completamente mojados corrían por todas partes buscando cobijo, los que llevaban paraguas o impermeables, hacían lo mismo, pues estos no eran  suficientes para guarecerlos.  Marcos y Claudia, a pesar de ir bien pertrechados, sentían el agua que corría por su cara y su cuello, reían aunque estaban mojados, pero la juventud, hacía que cualquier cosa les pareciera graciosa, sacaban partido de lo que fuera.
                         Llegaron a su destino, era una ONG en donde prestaban sus servicios después de acabar las clases, iban tres veces por semana. Una vez acabada la tarea, salieron a la calle para ir hacia sus casas, era una noche que de tan oscura y neblinosa, no se veía bien a dos pasos, por lo que caminaban despacio y mirando bien donde pisaban.
                         Marcos dejó a Claudia en la puerta de su casa, la despidió con la mano mientras ella buscaba la llave y entraba, al empezar a subir las escaleras, una bolsa llamo su atención, por lo que se agachó y la abrió con cautela. Un bebé de apenas unos días, la miró sin verla, con lo que ella se quedó tan impactada que no pudo hacer otra cosa que sujetarlo contra su pecho y subir las escaleras. Llamó a su novio y le contó el descubrimiento, rapidamente estuvo junto a ella, la decisión sobre lo que iban a hacer, no fue tan sencilla.
                      Decidir quedarse con el niño o no, sería el primer acuerdo serio que tendrían que tomar entre ellos, siempre habían hablado de en un futuro, formar una familia, pareciera que el futuro se había acercado a ellos.
                      El país era grande, podrían ir a cualquier parte, ya se buscarían la forma de vida, no tendrían ningún inconveniente en trabajar, sino era en una cosa, en otra. Pero no fue tan simple, toda una noche de conversación da para mucho, pensaron en un secuestro, en padres destrozados, en una madre que hubiera dado a luz sola y sin ayuda y que la falta de medios económicos la hubiera obligado a tomar tan drástica decisión, en fin, que veinte mil cosas pasaron por la cabeza de los chicos y al día siguiente, de común acuerdo decidieron llevar al niño a la policía, que lo envió a protección de menores después de decirles que efectivamente habían habido dos raptos en la zona.
                       Ellos, tristes, pero plenos de satisfacción, se  marcharon a su casa, sabiendo que la decisión que habían tomado, había sido la acertada.   

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