Hay personas que viven constantemente sumidas en el miedo, les da inseguridad y buscan el apoyo y la opinión de otra gente para reafirmarse en lo que sienten y piensan. El miedo no les deja vivir en paz.
Temor a la muerte, a la enfermedad y a la pobreza, a los cambios y a cualquier nimiedad, da igual lo que sea. Les angustia las veinticuatro horas del día y viven con ansiedad y desasosiego.
El miedo nos hace ser dependiente de nuestra familia y amigos, el miedo se transmite a nuestros hijos.
Tener miedo en las dosis adecuadas no es un problema, pero éste surge cuando se convierte en una patología. Si somos miedosos hasta ese punto, lo más probable es que también nuestros padres lo fueran, nos aterroriza el alma y el espíritu, no podemos pensar con claridad.
Las personas miedosas son inseguras y dependientes, buscar la aprobación de otros es una máxima en su vida, las decisiones se toman después de haber consultado con el entorno cercano y lejano, implican a todos en sus problemas.
Estar siempre con esa incertidumbre es un tormento. No hay momentos de relajación para ellas.
Las personas miedosas, simplemente no pueden vivir en paz.
Las personas miedosas son inseguras y dependientes, buscar la aprobación de otros es una máxima en su vida, las decisiones se toman después de haber consultado con el entorno cercano y lejano, implican a todos en sus problemas.
Estar siempre con esa incertidumbre es un tormento. No hay momentos de relajación para ellas.
Las personas miedosas, simplemente no pueden vivir en paz.
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