miércoles, 23 de mayo de 2012

La sombra.


                                            Inspiraba sensualidad, pelo negro ensortijado y cuerpo delgado aunque no muy armonioso, engordaba y adelgazaba con facilidad. Pero esos detalles no quitaban ni un ápice de su atractivo. Su forma de mirar, de reír, aquella manera de moverse y caminar...Le gustaba tener frente a ella una copa de vino, tinto y fuerte, lo saboreaba despacio y con entusiasmo, manteniéndolo un rato en la boca, los ojos entrecerrados y la barbilla alta, apuntando al cielo.
                          Si, gustaba de disfrutar de los placeres de la vida. Adicta a las compras sin sentido y al sexo, amiga de una buena conversación y una sobremesa extensa. Voz de sonido gutural y risa cargada de sensaciones.
                      Pero en su relación con los hombres era tímida y desconfiada, nada hacía suponer que aquella mujer que emanaba sensualidad, a la hora del sexo se sintiera tan apocada y temerosa. No era capaz de tomar decisiones, ellos quedaban decepcionados y ella se las arreglaba para salir del apuro.
                  Relaciones de una noche. Siempre. Veía a los hombres como desertores- desleales y actuaba en consecuencia. No sabía que ella era la causante de la destrucción de la relación antes de empezarla. Era su sino.

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