Lo miré a los ojos procurando que entendiera mis palabras que en aquél momento parecían vacuas y sin sentido. Sólo hacerle comprender que mi forma de valorar a la gente distaba mucho de la suya, que entendiera que para mí no tenía significado que uno fuera blanco o negro o de cualquier otro color.
Yo veía en las personas cosas que él estaba lejos de imaginar. Cierto es que nadie lo enseñó, a mí tampoco y aún así quise aprenderlo.
Pero él se ciñó unicamente a lo vivido, no tuvo miras de mayor alcance. Así que los dos hablábamos idiomas diferentes, era imposible podernos entender.
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