lunes, 5 de diciembre de 2011

El paseo de Javier Torres


                    La salida del pueblo, sin luces, era fúnebre y sombría, un camino de tierra, como correspondía a aquel lugar pequeño y con pocos habitantes. Javier Torres, atravesó el único sendero por el que podía caminar para su paseo nocturno, era tarde y sabía que no se encontraría a nadie y si alguien lo viera, no le parecería extraño, dado su carácter reservado y taciturno.
                         Hacía diez años que escogió aquel sitio para vivir precisamente por su poca gente y por ser tan pequeño. Los vecinos vivían alejados unos de otros y desde la casa de Jorge a la más próxima, distaba casi un kilómetro.
                       Aquella noche, no paseaba en paz, se sentía como observado, como si tuviera compañía, se volvió atrás varias veces, pero aunque hubiera habido alguien, en aquella oscuridad no lo habría visto. Intentó relajarse y pensar en otras cosas.
                Trabajaba en una empresa de contable, lo hacía en casa por ordenador y recibía puntualmente su nómina. Relaciones con otras personas practicamente no tenía, y no recordaba la última vez que se acostó con una mujer.
                     En esos pensamientos andaba, cuando una luna no muy grande, pero brillante, empujó unas nubes e iluminó el sendero, Jorge miró hacia el cielo agradecido, pues caminar fué ahora más fácil.
                       En ese momento, sintió como le tiraban unas piedrecillas en la espalda, se quedo atónito, no podía haber nadie a esas horas por allí, un sudor frío lo invadió y el miedo lo hizo parar en seco, se volvió despacio, no tenía nada con que defenderse, pero allí no había nadie. Decidió dar la vuelta e irse a casa, el paseo ya no era agradable, con paso rápido, comenzó la retirada.

                         Cuando ella saltó de una enorme roca a su derecha y quedó plantada a un metro de él, el corazón desbocado de Jorge, estuvo a punto de salirse del pecho. La miró desafiante y la pregunta de rigor —¿y tú quien eres?—, salió de su boca sin querer. 
                    La desconocida, callada y quieta, vestía una especie de camisón transparente e iba descalza, el pelo oscuro hasta la cintura y  rasgos disarmónicos, lo que la hacía una mujer fea.
                          Después de un minuto de silencio en donde los dos se contemplaron, Jorge intentó seguir su camino, pero la mano de la chica, firme y ancha, lo empujó con fuerza y le impidió el paso. Era más alta que él, casi le sacaba media cabeza, en un cuerpo a cuerpo, él tendría todas las de perder.
                                Intentó pasar de nuevo mientras pensaba, esta loca saca un cuchillo y me lo clava. Pero no, ella lo acercó dulcemente por la camisa y lo pegó a sus pechos, mientras lo besaba con sus labios cerrados recorriendo su boca, ojos, nariz y orejas, Jorge totalmemente sometido, había claudicado ante aquellos labios gruesos y algo rugosos.
                                  Cuando acabó con su cara, la camisa de la chica ya no existía, se ofrecía ante él un cuerpo blanco que el sudor hacía brillar a la luz de la luna, era como un regalo de medianoche. En un recodo del camino lo empujó y le quitó la ropa , él poco tuvo que hacer, salvo no intentar volverse loco, porque aquella mujer hizo con él lo que quiso; cuando entreabrió la boca, su lengua saboreó su cuerpo de arriba a abajo y vuelta a empezar.
                                  La madrugada los sorprendió cansados y satisfechos. Con la salida del sol, la mujer se puso en pie, cogió su camisón y sin decir nada, se marchó corriendo.
                            A la mañana siguiente, los periódicos hablaban de la fugitiva del Centro de Salud Mental, que de vez en cuando, no sabían como, se escapaba y la violaban...
                                Lo que ellos no sabían era que de vez en cuando ella  buscaba un hombre para hacerle el amor, con pasión, ternura, sensibilidad, cariño e imaginación.

1 comentario:

  1. Gracias por ayudarme a llegar.
    Me ha gustado ver tu sitio y empezar a leerte. tienes una prosa ágil y expresiva que se hace y amena.
    Seguiré leyendo con calma, pinta muy bien..
    Un saludo

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Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.