viernes, 4 de noviembre de 2011

La muñeca.

                          Recordar aquel día no es nada difícil para mí, lo hice a diario durante tantos años que ahora mismo cuando pasan varios sin acordarme siento de repente como si me faltara algo. Me pesó como una lápida sobre la espalda varios lustros seguidos, ahora que me siento vieja sin serlo por fin puedo hablar de ello e incluso escribir sin que aparezca una mueca de terror en mi cara.
                                Todo empezó con un sueño que intuí que era premonitorio, jamás soñaba o al menos no los recordaba, pero aquel empezó a amargarme las noches de inviernos y veranos, cuando veía las hojas cayendo afuera y sabía que el otoño estaba a punto, o las pequeñas flores del parque cercano brotaban con entusiasmo, mi sueño sin respetar nada, seguía ahí, noche tras noche.
                                  Se trataba de una puerta oscura y siniestra en una especie de solar aislado en un campo, lo veía todo en blanco y negro, siempre pensé que si al menos lo viera en colores agradables sería diferente. En la puerta un letrero, sólo una palabra, muñeca...

                                Y la muñeca igual a la primera que tuve en mi primer cumpleaños...la que conservé toda mi vida...

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