jueves, 20 de octubre de 2011

Ojos a la vida.

                                            Se acercaba cauteloso el amanecer sabiendo  que pronto el mundo abriría los ojos a su luz. Ojos, como siempre llenos de rencor, rabia y frustraciones.
                       Algunos se cerrarían de nuevo deseando que la oscuridad durase eternamente, otros pensarían que la lucha era demasiado dura para poder soportarla un día más y algunos verían el amanecer con esa ingenuidad del que aún no ha vivido lo suficiente para experimentar su severidad.
                           Aquél al que las experiencias  encanecieron antes de tiempo y cuyo rostro avejentado por años de penas, veía la luz del día, abría los ojos a la tristeza y desesperación, aceptando sin entusiasmo que pasaría un día más entre los vivos.
                             Por contra, otros que recién habían abierto ojos a la vida, sentían cierto miedo a todo lo que ésta les ofrecía, los días se hacían demasiado cortos y deseaban que empezara pronto el siguiente.










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