Se acercaba cauteloso el amanecer sabiendo que pronto el mundo abriría los ojos a su luz. Ojos, como siempre llenos de rencor, rabia y frustraciones.
Algunos se cerrarían de nuevo deseando que la oscuridad durase eternamente, otros pensarían que la lucha era demasiado dura para poder soportarla un día más y algunos verían el amanecer con esa ingenuidad del que aún no ha vivido lo suficiente para experimentar su severidad.
Aquél al que las experiencias encanecieron antes de tiempo y cuyo rostro avejentado por años de penas, veía la luz del día, abría los ojos a la tristeza y desesperación, aceptando sin entusiasmo que pasaría un día más entre los vivos.
Por contra, otros que recién habían abierto ojos a la vida, sentían cierto miedo a todo lo que ésta les ofrecía, los días se hacían demasiado cortos y deseaban que empezara pronto el siguiente.
Algunos se cerrarían de nuevo deseando que la oscuridad durase eternamente, otros pensarían que la lucha era demasiado dura para poder soportarla un día más y algunos verían el amanecer con esa ingenuidad del que aún no ha vivido lo suficiente para experimentar su severidad.
Aquél al que las experiencias encanecieron antes de tiempo y cuyo rostro avejentado por años de penas, veía la luz del día, abría los ojos a la tristeza y desesperación, aceptando sin entusiasmo que pasaría un día más entre los vivos.
Por contra, otros que recién habían abierto ojos a la vida, sentían cierto miedo a todo lo que ésta les ofrecía, los días se hacían demasiado cortos y deseaban que empezara pronto el siguiente.
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