viernes, 7 de octubre de 2011

El hombre del perro.

                                        Abstraído y cabizbajo parecía presa de una gran preocupación. Paseaba a su perro con una  correa desgastada y mugrienta. El animal mezcla de pastor alemán y otra raza desconocida, caminaba con la misma lentitud que él, se notaba que era un perro viejo aunque bien cuidado,  por momentos levantaba la cabeza hacia su dueño, como si también compartiera sus cuitas.
               En una de éstas el hombre trastabillo estando a punto de caer y pude ver la rapidez con que el animal se movió delante suyo como si quisiera ayudarle. 
                El dueño del perro no tenía edad, pertenecía a ese grupo de personas que la ocultaba bajo una capa de tristeza y abatimiento. Se sentó frente al banco en donde me encontraba y sacó del bolsillo de su chaqueta algo envuelto en papel de periódico, el animal empezó a dar pequeños saltos de contento, le dio un hueso de los que se usan para hacer sopa y el perrillo se tumbó cerca suyo.                 
                 Durante años lo estuve viendo casi a diario, con el tiempo dejé de ir al parque pero quiero imaginar que él sigue acudiendo, con sus penas y tristezas a cuestas.           

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