viernes, 2 de septiembre de 2011

La alegría de mi vida.

                              La noche se echó encima casi sin darme cuenta, oscura y siniestra, me acompañaba sólo la terrible oscuridad en mi paseo. Salía casi a diario, siempre sin compañía, me relajaba pasear a esas horas en que no encontraba a nadie. Durante el verano, oscurecía tarde, pero ahora que el invierno  había entrado con fuerza, el día acababa pronto.
                       El sendero que elegí hace tiempo para mi paseo, era un estrecho tramo que salía del pueblo e iba al próximo pueblecito, unas cuantas casas y poco más. Vivía hace poco tiempo en aquel lugar, lo elegí por lo apartado que estaba del resto del mundo, entre abruptas montañas y valles, era una delicia para la vista.
                       Hacía un año que murió mi marido, entré en una depresión tan profunda que me costó salir de ella meses de terapia con medicamentos. Aún hoy me acuerdo de él y lloro. Entonces decidí romper con todo, me marché lo más lejos que pude. 
                          Soy escritora, desde éste extraño lugar, realizo mi trabajo con bastante tranquilidad, es lo que sobra por aquí. Le envío a mi representante por fax mis cosas terminadas y  me las apaño para no moverme de aquí.
                          Todo eso lo iba cavilando en mi paseo nocturno, cuando un extraño ruido hizo que me parara. Me dio un vuelco el corazón mientras miraba hacia los lados y detrás. La oscuridad de la noche, no me dejaba ver a menos de dos metros, pero no notaba ninguna presencia humana, imaginé que sería algun animalillo del bosque.
                             Reinicié la marcha con más rapidez, no me iba a dejar asustar por sonidos inofensivos. Cico minutos después, el mismo sonido, parecía como un llanto de niño, lo que me hizo sonreír, pocos niños había en el pueblo, a ésta hora menos. Pero de repente el llanto empezó a oírse con más intensidad, le fui siguiendo la pista,realmente preocupada, bajé un pqueño terraplen cubierto de arbustos, entonces lo ví.
                                        De meses, hermoso de tan blanca como era su piel, ojos oscuros de mirada tan profunda como sólo los niños saben mirar. Me agaché y lo cogí en brazos, me temblaban   las piernas del terrible hallazgo. Un bebé abandonado, ¿ quien sería la madre? y ¿ por qué lo abandonó ?
                                    Lo inscrbí como hijo mío. no era muy conocida en el pueblo, nadie sabía si estaba embarazada o no. Con él, mi vida cambió drasticamente, ya no hubo depresiones ni tristezas, la alegría había llegado a mí sin yo pedirla.    
                                 
  
                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.