sábado, 20 de noviembre de 2010

SOÑANDO CON EL AMANECER

                   Cuando el amanecer inundó con sus tenues colores la playa y los alrededores, los que gustaban de levantarse temprano, abrieron las ventanas o bajaron a la arena, para disfrutar de la calidez de lo que les esperaba. Por instantes, el colorido del cielo, cambiaba, lo que ahora era de un suave rosaceo, dentro de unos minutos, se convertía en un intenso amarillo, segun el sol decidiera aparecer ya con sus enormes rayos, inundándolo todo. Al rato, sin uno esperárselo siquiera, todo ese amarillo, se había derretido a lo largo del horizonte, convirtiendose en un arcoiris de infinita cantidad de tonos, a cada cual mas hermoso. Los mas valientes, se atrevieron a lanzarse al agua, los otros, optaron por pasear por la orilla. 
                Las gaviotas, a esas horas, con la playa vacía, se mecían en las aguas planas, de vez en cuando, alguna, sobrevolaba el mar en busca de algún pez que, despistado, andaba por esos andurriales.
                 Todo eso lo veía desde el apartamento donde me encontraba, mientras saboreaba el café de la mañana, en primera línea, las palmeras, rectilíneas, finas ,delgadas, como si llevaran días sin comer. Después el grueso de la arena y el ancho del mar, infinito y por mas que uno mirara, no había forma de que acabara. El sonido de las olas al chocar contra la orilla, repetían el mismo ruido, año tras año, por siempre, no había cambio, aquel ruido sonaba a paz y tranquilidad, gustaba a la mente, hacía dormir.
                   Y, mientras tenía estos pensamientos, apoyé la cabeza en la mesa del ordenador y... me quedé dormida.

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