miércoles, 1 de junio de 2011

La detective.( II )


                           Salí con tranquilidad de mi casa y supe que no iba a volver jamás. Fue como una especie de premonición, porque nada hacía presagiar lo contrario, pero sucedió de esa forma, ni siquiera miré atrás, lo que dejaba, no era como para observarlo ni por un momento.
                               Y pasó tanto tiempo, que en mis recuerdos se borraron aquellos momentos desagradables. Cuando años más tarde intenté visualizarlos de nuevo, fue imposible. No es que me importara demasiado, pues otro tipo de situaciones, habían invadido mi vida, haciéndola mucho más agradable que lo que ahora recordaba.
                                         Me dediqué a estudiar lo que realmente me gustaba y no se como llegué a ser detective privado. Pero en este momento, me siento feliz de lo que he conseguido por mis propios medios. No puedo decir, que le deba a nada a nadie. Mientras estaba con estos pensamientos, que no se  por que se me ocurrieron en estos momentos, sonó el timbre de la puerta. Era un típico ring de esos antiguos, pues la casa lo era y no lo cambié porque me gustaba el sonido. Abrí con diligencia y me encontré cara a cara con un sujeto de lo más feo que he visto en mi vida. Pero mantuve el tipo, un suave que desea?, fue lo que pudo escuchar de mí, me respondió con un busco al detective privado, amablemente, lo hice pasar. Como suele suceder casi siempre, se sorprendió de que fuera una mujer, y como hago casi siempre, sonreí, y le incité a que empezara a contarme.
                                         Creía que su mujer le era infiel, pero cuando la historia se alargó un poco, resultó que no era la mujer con la que estaba casado, sino la amante. Quería que hiciera un seguimiento a su amante, la esposa, según me dijo, pasaba los días en casa y era buena gente. Así la definió. Me dio ganas de vomitar al escuchar a este machista venido a menos, pero no me podía permitir el lujo de abandonar un trabajo, ultimamente, las cosas no iban demasiado bien y mis ahorros, tocaban a su fin.
                                  Empecé a seguir a la amante al siguiente día, era una mujer entrada en años, pero con buena apariencia, no entendí lo que pudo ver en ese hombre, pensé que podía haber encontrado algo mejor. No hizo nada especial, fue al trabajo y luego a su casa, por la tarde salió al supermercado y ahí se acabó su día. A la mañana siguiente, sobre las once, me visitó el tipo de nuevo, quería que le contara, le repetí que le daría datos dentro de una semana, que yo lo llamaría. Me miró con lascivia, iba cogiendo confianza y me dieron ganas de escupirle a la cara.
                                   El segundo día, al ser Sábado, la mujer no trabajo y salió sobre las doce, cogió un autobús cercano y se sentó en una cafetería del centro. Yo entré y tomé una mesa a su lado. Al rato, llegó otra mujer de su misma edad, se saludaron con afecto y comenzaron a charlar. Al poco rato y para mi sorpresa, me dí cuenta que la segunda mujer era la esposa de mi cliente. Entre las dos, tramaban un plan. Según lo que oí, el sinverguenza, ponía cuernos a una y a otra. Como se llegaron a conocer, no lo sabré nunca, lo que si sé, es que a la semana siguiente, cité al hombre feo, le dije que su amante era una buena mujer, que no iba sino de su trabajo a casa y viceversa, que no se tenía que preocupar de nada.
                            Sabía que ellas, se encargarían de darle su merecido.

                             

                                 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.