sábado, 14 de mayo de 2011

Mi vecina de enfrente ( IX )

            Esta mañana, al levantarme y salir a mi terraza, vi la de enfrente de nuevo vacía. Vecinos que se fueron. Vecinos que vendrían.
             Dos semanas después, llegaron los nuevos, mejor dicho el nuevo, porque en principio sólo vi llegar un señor con multitud de maletas. Fue casualidad que lo viera, yo, llegaba del supermercado cuando el apareció, bajó de un coche descapotable de un intenso color negro, tras él, un camión de mudanzas con todas sus pertenencias. Vestido a la última, parecía quizá un escritor venido a menos, jersey oscuro de cuello alto y un blazer, vaqueros y mocasines. Entre cuarenta y cincuenta quizá, no lo pude calcular con exactitud, tampoco lo vi de cerca. Me pareció atractivo así, de primera impresión, agradable, no demasiado moreno para lo que solían estar este tipo de gentes.  Sí, porque sobre la marcha lo metí en un paquete, persona con dinero, un tanto extravagante, puede que algo prepotente y un poco egocéntrico.
                  Una vez en casa, me quedé un tanto preocupada con la rapidez como lo clasifiqué. No lo conocía de nada, ni siquiera había hablado con él y ya lo tenía etiquetado.
                 Como seguramente lo conoceré en próximas ocasiones, les comunicaré por éste mismo medio si cambio de opinión. 
                       Gracias por leerme, Maca.
                  

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