En un momento como aquel, no se me ocurría otra cosa que gritarle cuanto lo amaba. Sentí que era mío desde el momento en que lo conocí y a partir de entonces, él también me respondió de la misma forma. Anduvimos juntos distancias tan largas y complicadas, que poca gente hubiera podido caminarlas, pero nosotros con el amor por bandera, fuimos capaces de todo. La única cosa con la que no pudimos, por mucho que lo pretendiéramos, fue la aceptación por parte de nuestras familias. Diferentes religiones y formas de pensar hicieron que no aceptaran nuestra unión por ambas partes. Pero a pesar de todo, seguimos adelante. Cinco hijos y muchos años juntos, daban buena fe de ello. Cuando mi hija más pequeña empezó a tener los mismos problemas que tuve yo después de entablar relación con un joven de la zona, me invadió la rabia y el dolor, no quería que sufriera como me había pasado, intenté poner remedio a eso.
Me pareció posible sugerirle que abandonara aquella historia, lo hice de la mejor manera que pude, pero sabía que era una cuestión perdida, pues ella estaba tan enamorada como yo lo estuve de su padre. No hubo nada que hacer, pero para satisfacción mía, las cosas no eran igual que en mi tiempo y pudo seguir con su amor durante mucho tiempo, no tuvo el beneplácito de todos, pero mucha gente la apoyó y ella, con eso, se dio por satisfecha.
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