
Las paredes estaban llenas de tapices y en el suelo, habían alfombras con motivos florales, algunas, eran con dibujos de animales. Así era su casa, así vivía. Desde que era pequeña, siempre había sido igual. La llamaban la mujer del pantano, pero no era un pantano en donde habitaba, era más bien un valle con caídas de agua, que formaban una especie de lago asemejándose a un pantano. Su madre y su abuela se habían dedicado a recoger hierbas y preparar ungüentos y pócimas, ella siguió la misma trayectoria.
Pero a pesar de eso, primero estudió, fue a la universidad, porque sino su madre la hubiera matado, estudió farmacología, después volvió y se dedicó a lo que más le gustaba en el mundo. Vivir en la zona en donde lo había hecho su familia y hacer lo que siempre ellos habían hecho.
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