sábado, 5 de febrero de 2011

EL NARCISISTA.

En el momento en que lo conocí, me quedé absolutamente prendada de él. Era lo que le solía pasar a todas las personas que pasaban por su vida. Pero cuando la relación fue algo más intensa, empecé a darme cuenta de su forma de ser, eso fue lo que me pasó con el segundo marido de mi hermana más pequeña. Lo odié a partir de entonces, sobretodo porque pensé que iba a hacer una desgraciada a mi hermana, a la que adoraba. No me equivoqué, a la larga, el tiempo me vino a dar la razón. En principio, cualquiera que lo viera, notaba una persona amable y simpática, pero yo, que tenía más tablas que ella, no se me escapó su forma de ser, arrogante y calculador,prepotente y ambicioso, una persona autoritaria y pedante que lo intentaba disimular y lo conseguía hacer bastante bien. 
                         Le puse la etiqueta según lo conocí, fantasioso e insaciable como pocos, siempre estaba en las nubes, buscando el negocio de su vida que jamás consiguió o al menos un puesto de jefe en algún lugar sin tener méritos para ello. Egocéntrico y superficial, buscaba algo que ni él mismo sabía lo que era. Tenía un punto de agresividad y de grosería que en algunas ocasiones daban la cara. Era de un egoísmo supremo, primero yo, después, yo. 
                            En definitiva, el auténtico, narcisista. Mi hermana se separó de él, no lo pudo soportar mucho tiempo más, la entendí y creo que fue una de las mejores decisiones de su vida.

              

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