Lina tenía trece años cuando falleció su madre, vivió sola con su padre hasta que cumplió los dieciocho, que marchó a la universidad. Lo estaba deseando, su padre era un buen hombre, pero era demasiado estricto en todo lo que eran reglas y normas en la casa y ella ya estaba un poco cansada de tanto orden y formalismo. Así que cuando partió para la universidad, a un piso compartido, iba realmente hacia lo que ella llamaba su libertad.
Durante un año, que duró su adaptación, se mantuvo mas o menos relajada y tranquila, después ya empezó a contactar con unos y otras, como era muy extrovertida, en seguida hizo un grupo de conocidos bastante numeroso, por lo que no le faltaron amigos para invitarla a fiestas o a lo que fuera. Dejó los estudios de lado, era mas entretenido dedicarse a la vida social que nunca había tenido, un año después, sus notas, eran un auténtico desastre. Empezó a darse cuenta de que lo que estaba haciendo no iba a llegar a ninguna parte y decidió dar marcha atrás. La decisión llegó a tiempo. En el fondo era una chica formal y responsable. Se puso a ello. Un año mas tarde, los aprobados, dieron buena fe de ello.
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