sábado, 8 de enero de 2011

CALLE, ESQUINA, PLAZOLETA.

                        En el mundo actual en que vivimos, es difícil encontrar algo con lo que uno se pueda sentir realmente en su hábitat. Mientras pensaba en ello, me parecía cada vez más imposible, por lo que entonces, tomé la determinación de decidir por mi misma una solución que a todas luces parecía de lo más extraña, pero que una vez habiéndola exacerbada, no era tan rara.
                               Caminé por mi calle como hacía siempre, salí de la primera manzana y me dirigí a la plazoleta en donde se solían reunir los chicos de la urbanización. Tranquilamente, sin prisas, fui a donde solía hacerlo siempre, es decir, a la esquina en donde estaba ubicada la pequeña iglesia de mi zona. Nos solíamos reunir todos los chicos ahí.
                           Le gustara a quien le gustara, era así. A cualquier hora del día o de la noche, estábamos todos en la misma zona, pegados como lapas, unos junto a otros, no teníamos nada mejor ni peor que hacer, disfrutábamos de esos momentos de compañía. No hacíamos nada especial, sólo disfrutar de los mutuos camaradas. Momentos mas tarde, cada uno partía para su casa, llegaba la hora de recogerse, cada uno, a su cubículo de todos los días.
                               

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.