sábado, 27 de noviembre de 2010

ODIO

                     No fue necesaria la intervención de nadie, pues en el momento en que notó que las cosas se iban poniendo feas, simplemente, decidió dejar de discutir. Así era mi padre, así lo recordaba, siempre peleando, siempre metido en historias que no le llevaban a ninguna parte.
                       Hasta que un día, una de ellas le llevó a la muerte, fue mas allá de lo que se debiera haber permitido una pelea sin sentido, una estupidez y cuando quiso darse cuenta, el otro le había clavado en el abdomen, un cuchillo o algo parecido lo llevó a la muerte instantaneamente. Me dejó sola con quince años, así lo entendí en aquel momento, lo quería con locura a pesar de su forma de ser.  
                     He pasado toda mi vida odiándolo, lo he odiado tanto, que hoy día, desde mi vejez, siento que me duele el alma, que no tengo sentimientos, todos se han quedado en el camino del horror y la malquerencia hacia mi padre, que la rabia y el desprecio, han formado mi itinerario en este rumbo sin sentido en que nos ha puesto la vida a todos.
                      Ha sido tal el calibre de esta repugnancia y saña, que incluso no pude nunca soportar a los de su mismo sexo, nunca he tenido relaciones con otros hombres que tuvieran  cierto parecido a mi padre, el ver por la calle a alguien que se le pareciera, me hacía automaticamente, cruzar la acera.
                       Comprendo ahora, después del tiempo, que todo era rayano en la patología, en aquellos momentos, no lo entendí así.
                  Pero ahora que la muerte me acecha, que la vejez forma parte de mí y  sé que pronto me encontraré con él, quisiera poder perdonarlo, buscar la forma de cambiar el concepto que siempre tuve.
                     No se como hacerlo y lucho a diario con eso, lo lograré, lo sé, es lo que le pido a mi dios, que antes que me lleve, lo haga con un alma limpia y sin atisbo de odios.

1 comentario:

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.