viernes, 26 de noviembre de 2010

MI NUEVA CASA

                      La fecha en la que había escriturado la hipoteca de mi nueva casa, era para mí, un día diferente, lo esperaba con verdadero ahínco. Firmamos y con papeles en la mano, supe que al día siguiente lo primero que haría, sería ir a ver mi precioso palacio. Si, palacio, porque lo que me había comprado aunque no era muy grande, se asemejaba a la auténtica arquitectura de un palacio.
                           Así que partimos temprano, mi marido y yo, entusiasmados con la idea, no nos faltaba sino llorar, porque la alegría era tal, que los ánimos estaban, realmente, exacerbados. Llegamos muchas horas mas tarde, pues habíamos elegido un lugar apartado y en medio de un frondoso bosque. Nuestra casa, era realmente fantástica, accedimos a ella por medio de un estrecho camino de grava bien cuidado, los bordes estaban plantados de unas especies de pequeñas buganvillas, que sin ser exactamente, parecían de la misma especie. La llave del portalón de entrada, que era de un tono cerezo claro, accedió a la primera, pues pensé que habría una cierta dificultad, ya que la puerta era un tanto antigua.
                               Disfrutamos recorriendo la casa, dos pisos a cada cual mejor conservado. No queríamos vivir ahí fijo, sino disfrutarla para fines de semana, vacaciones y demás. Pero en estos días, pensábamos quedarnos y llevamos nuestras maletas que nos apresuramos a sacar del coche. En el dormitorio principal, arreglamos nuestra habitación, hicimos la cama, todo estaba perfectamente limpio, tal y como nos dijo el señor de la inmobiliaria. Así, que nos dispusimos a pasar la noche, después del duro y emocionado día que habíamos tenido por delante.
                            Una cena rápida, habíamos llevado víveres por previsión y luego pasamos a la habitación. Hablamos durante un rato, me daba pena porque al día siguiente, era nuestro décimo aniversario de boda, siempre habíamos hecho una fiesta en casa, este año era la primera vez que no sería así. Nos consolamos mutuamente por esta banalidad y minutos más tarde, dormíamos placidamente.
                           No se cuanto rato pasó, cuando me despertó un ruido, un sonido musical hizo que me levantara de la cama, me asuste y no supe bien como reaccionar, sólo llame a mi marido gritando, asustada, él me dijo calmado y tranquilo, asómate a la ventana, debajo de esta, nuestros amigos, todos, no faltaba nadie, cantando, nos felicitaban nuestro aniversario.

                      

                            

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