sábado, 20 de noviembre de 2010

LA FELICIDAD DE MARÍA

                     Traje blanco, de nido de abeja la parte superior, tapaba lo justo, el resto, caía recto hasta los pies, no impidiendo el caminar. El color de su piel, profundamente dorado, decía de las horas que pasaba al sol, sol de la mañana y de la tarde, pues no se notaba la piel pelada por ninguna parte, parecía mas bien como si fuera maquillada. Se  apetecía tocarla, pues el tono dorado, brillante, hidratado y suave, era digno de un mordisquito. No tenía huellas de bañador o sea que cualquiera que la viera, pensaría que tomaría el sol desnuda, en alguna cala escondida o simplemente en la playa, haciendo topless. Llevaba un enorme bolso de color rojo, en donde todos los bártulos de playa estaban organizados, unas chanclas amarillas hawaianas, completaban su atuendo. 
                     Cuando llegó a la playa, buscó un lugar apartado y cerca del kiosko en donde se repartían las bebidas, porque eso de caminar mucho para ir a buscar una cerveza, no iba con ella. Se quitó la ropa, dejando su escueta braguita azul del biquini, a esa hora tan temprana, no había casi nadie y se sintió feliz de no tener mirones a su alrededor. Pero cuando una hora mas tarde se levantó para ir al agua, la playa, ya se había llenado y ella no se había dado cuenta, caminó de aquella forma tan suya, que mas que un ser humano parecía de otro planeta, parecía como si no pisara la arena, etérea, suave, impalpable, sublime...el mundo se volvió hacia ella, el silencio cayó sobre  el mar, mientras su cuerpo, sin sentir nada, se sumergió poco a poco en las templadas aguas de Las Canteras, entonces volvieron de nuevo los ruidos y el bullicio. Pero María, ignoraba por completo, lo que sucedía a su alrededor, nadaba, disfrutando de la agradable sensación de bañarse sin el sujetador, de esa libertad que sentía a su alrededor, ¿que mas le daba lo que sintiera y pensara el mundo, mientras ella fuera tan feliz?.

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