sábado, 20 de noviembre de 2010

DIOS APRIETA, PERO NO AHOGA

                   Sentado, la botella de don simón, como único acompañante, no necesitaba a nadie mas. El sol achicharraba al mundo, pero él no se daba cuenta de nada, pues su estado de ebriedad no se lo permitía. Vivía debajo de un putopuente, así todo seguido, como lo llamaba, había abandonado al mundo y el mundo lo había abandonado a él.  Era un escritor en ciernes, si hubiera querido y le hubiera puesto empeño, habría hecho cosas en el mundo de la escritura, al nivel que fuera, daba lo mismo, la cuestión, era intentarlo, pero el alcohol, había ganado la partida.
                    Se volvió loco, al darse cuenta  que la fama empezaba a querer comérselo, no pudo con eso, lo superó. Un día un tipo, le escribio a su blog, le gustaba su forma, la manera de transcribir noticias y de contar historias, ficticias o reales, hablaron y el contrato con la editorial, de tan sustancioso que le pareció,  fue imposible rechazarlo. Mala idea, pues ahí empezó el problema, cuando quiso dar marcha atrás, ya estaba atado por una firma, lo que no le había pasado nunca, pues siempre había ido por libre.
                   Pero un alma caritativa, se cruzó en su camino, una noche lluviosa y fría, de esas cualquiera que el grupo de la cruz roja sale a aliviar los cuerpos y las almas de los indigentes, estaban ofreciendo en su furgón el chocolate caliente o el café con leche, cuando el jefe de ellos, un hombre de unos cincuenta años, batequeado en estas lides, lo reconoció. Tres noches después, habiéndose ganado su confianza, lo invitó a pasarla en su casa y él aceptó.
                    El cambio, un año después, había que verlo, aquel hombre, empleó toda su paciencia y su buen hacer, puesto que desde el primer momento, confío en él. El escritor, meses mas tarde, le agradecía todo lo que estaba haciendo por él, el jefe de la cruz roja simplemente lo miró y le dijo, Dios aprieta, pero no ahoga.


                         

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