jueves, 21 de junio de 2012

El accidente.

                                         La mariposa atravesó el jardín con esa levedad a la que acostumbran y los ojos de Mery se aferraron a ella deseosos de poder imitarla. Con tristeza miró la silla de ruedas que su cuidadora había dejado a un lado, y dejó escapar un profundo suspiro de impotencia.
                                  Por una equivocación de la vida estaba donde estaba, amarrada a las decisiones de los demás. Echó el cuerpo hacia adelante, despegándolo del sillón y sintió la agradable sensación de frescor en su espalda.  Una vez más intentó mover las piernas pero como pasaba siempre, el intento fue en vano. Al principio lloraba y gritaba con esa frustración, ahora lo aceptaba con calma.
                           Dentro de poco hacía ya dos años del accidente, se había convertido en una persona diferente, de alguna forma la vida le había dado lo que con tanto afán le pidió: abundancia de dinero. Ahora tenía la estabilidad económica que siempre soñó, el seguro del coche se encargó de ello.Pero con frecuencia pensaba que quizá debería haber pedido otras cosas que ahora le parecían mucho más importantes, ahora pedía sobre todo la salud que no tenía.
                                Había aprendido en ese tiempo a dar gracias al universo, aprendió a valorar lo que tenía y la importancia de la familia, los amigos, un plato de comida a diario en la mesa, la estabilidad emocional y tantas y tantas cosas en las que nunca había pensado.
                                 De alguna manera se sentía una mujer, antes sólo era una mariposa empujada por el viento.






                                      

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