martes, 10 de enero de 2012

Renacer.

                                         Sentí renacer mi cuerpo y mi alma. Él junto a mí y yo junto a él.
                       Me impactó como mis sentidos recuperaban momentos olvidados, fue tan fácil como un roce o simplemente un recuerdo. Su sonrisa, la misma, su forma de hablar después de tantos años, igual.
                          Sus manos trazaban con cariño los mismos trayectos de entonces. 
                       No quise abandonarme a mis emociones como hice en el pasado. Mantuve una calma fría, a la que el tiempo me obligó. Esa forma de ser la aprendí con los años. 
                       Pero recuperé con presteza la energía de entonces. Olvidé con rapidez los instantes agrios de otros momentos y me convertí de repente en una adolescente.  
       

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