sábado, 24 de septiembre de 2011

                                      El reencuentro...     

     Era una tarea a la que no estaba acostumbrada, se me hacía difícil y complicada.  Pero con tal de que mi padre se sintiera contento, era capaz de cualquier cosa.  Así pasé parte de mi vida, haciendo cosas para que se sintiera orgulloso de mí, el problema era que casi nunca lo conseguía.  
                  Con el tiempo me di cuenta de que aquello era como vivir en blanco y negro, por muy hermoso que fuera todo, yo lo vivía sin color. 
                  Cuando decidí tirar la toalla, me marché lejos a estudiar, elegí la universidad en que estuviera a más kilómetros de mi casa, la próxima vez que fuera a verlo estaba muy lejos de mi pensamiento.  
                       Y  pasé un tiempo de angustia y soledad, lo eché de menos en cuanto pasaron unas semanas, pero lo odiaba tanto que no quería verlo jamás. Lo consideré siempre un prepotente que no supo críar a sus hijos, así que unos años después empecé a olvidarme de él. Fue por esa época cuando recibí una llamada de mi padre, mi hermano había fallecido en un accidente de tráfico.
                                Nunca me dijo que estuvo enfermo casi un año, y que la enfermedad tenía un nombre atroz: droga. Regresé a mi casa con la mayor rapidez que pude, el hombre que había dejado atrás no era ni por asomo el padre que yo recordaba, había envejecido, lo vi pequeño y tan vulnerable, que me asusté.
                           Fueron dos ó tres días después de los funerales, cuando nos sentamos a hablar. Mi madre había fallecido cuando yo era muy pequeña, casi ni la recordaba, más bien por fotos y por lo que mi padre contaba. Es cierto que él se hizo cargo de dos hijos pequeños, empecé a entender que lo hizo lo mejor que supo. Lo escuché hablar como nunca lo había hecho, me pidió disculpas si en algo me perjudicó, me dio tanta pena ver a aquel anciano hablando en esos términos, que me puse a llorar.
                             Nos reencontramos. Entendí que no hizo nada mal por gusto, sólo fue lo que a él le enseñaron.
                             
                                     
                                        

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