lunes, 5 de septiembre de 2011

El pacto de Jesús.

                                      !Ay!, le puse un fondo demasiado oscuro, pero lo cambiaré.


                                Salimos a la vez del trabajo. Después de una larga mañana de papeles y ordenador, nos fuimos a tomar unas cervezas a "Casa Tomás." Lo hacíamos casi a diario, el barucho estaba en primera línea de la playa y era muy agradable sentarte a la sombra mirando el horizonte. 
                           En eso estábamos cuando apareció Jesús, el encargado de mantenimiento. Era una persona a la que todo el mundo quería en la empresa, llevaba casi tanto tiempo como yo, unos diez años. Casado y con un montón de hijos, su mujer lo dejaba los viernes irse de marcha. Nos reímos con  el pacto que tenía el matrimonio. 
                          Al rato se fueron marchando todos los compañeros, yo, al no tener familia me quedé un rato más con Jesús, el del pacto. Bebimos demasiada cerveza, estuvimos hasta casi las seis de la tarde. 
                           Cuando se me pasó un poco la borrachera, estaba en mi cama, al lado, Jesús. Creí morirme. Lo mismo le pasaría a él cuando se despertase. Aquel hombre casado con hijos, dormía en mi cama como si tal cosa. No quería estar delante cuando se diera cuenta de lo que había hecho.
                                 Me fui a duchar, estaba tan profundamente dormido que no se enteró de mis trasteos. Al salir del baño, Jesús ya no estaba, el lunes en la oficina, no se dio por aludido.
                                 
         

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