Manteníamos un diálogo absurdo y sin sentido. Murmuraciones y comentarios que no venían al caso. Empecé a ponerme nerviosa, ya que no comprendía nada de lo que estábamos hablando. A pesar de todo, decidí que después de escucharlo, lo mejor era poner tierra de por medio. Y eso fue lo que hice, al día siguiente, me marché lo más lejos que pude.
No fui al otro extremo del mundo, porque no tenía dinero para tanto, pero si llegué hasta dos ó tres pueblos lo más lejanos posible del mío. Empecé una nueva vida, nuevos amigos y vecinos. Tiempo después, casi me sentía feliz.
Hasta que él llegó.
Quise morirme el día en que lo vi paseando con total impunidad. Casi no me lo creía, pensé que se trataba de una pesadilla. Pero no, me buscaba de la forma más audaz, se presentaba ante mí, tranquilo e indiferente.
Me oculté en casa de una amiga, pasaron varios días, me decían que seguía allí. No podía estar eternamente con esa sumisión, encubriendo mi presencia de esa forma. Así que decidí salir y enfrentarme a él.
El día en que lo hice, descubrí un pueblo apoyándome en todo, no dejaron que me hiciera ningún daño ni que me tratara mal. Cuando se marchó, me dije que había encontrado amigos tan fieles, que a partir de ese día, aquel pueblo, sería mi casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.