En el mas absoluto de los silencios, de repente, escuché su voz. Había cambiado el tono desagradable de otras ocasiones, se le notaba un poco más amable y cariñoso. Me acerqué con cierta cautela para comprobar si era realmente, él. En efecto, allí estaba, comentándole algo a una desconocida. En su manera de estar, se notaba que le confiaba algún secreto o al menos, una emoción. De repente, no lo conocía, esa forma de sentir, no era típica de él.
Me acerqué con cuidado y sin que lo esperara, lo saludé, llamándole por su nombre. Dando un giro con inusitada rapidez, lo tuve frente a mí. Me miró como si no me conociera, pero le sonreí de una forma tan perversa, que entonces pareció saber quien era. Su saludo fue correcto y educado, me presentó a la mujer con la que estaba y yo le correspondí de la misma manera.
Al rato y aprovechando que su amiga se había distanciado, volvió a ser el mismo, con rabia en los ojos, me preguntó que hacía por allí. Mi contestación, fue la que le había dado en otras ocasiones, lo miré con desfachatez y le dije que lo estaba buscando, para hacerle daño.
Fue en ese instante, cuando sin que nadie viera su gesto, me empujó con violencia, asqueado de mi forma de hablarle. Caí al suelo sonriendo, él, se dio media vuelta y se marchó.
No lo vi más, pero hoy día, tengo una relación con otra persona, está a punto de acabar, disfrutaré al máximo cuando suceda. |
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