viernes, 8 de abril de 2011

Demasiado tarde.


                              Fui una persona diferente al resto, durante mi vida joven, después, cambié. A pesar de ser una chica del montón, siempre intenté ser distinta. En ese entonces, sólo se me ocurría hacerme todo tipo de tatuajes y llevar piercings hasta en el ombligo. Desde el momento en que hice una carrera y empecé a trabajar, mi forma de vida, también dio un giro. Me convertí en una persona yo diría que hasta un tanto pija. Y si a eso le añadimos el conocer al que hoy es mi marido, entonces la cuestión se aceleró. 
              Al empezar mi relación con él, me di cuenta de que había otras formas de vida que no eran la que llevé hasta ahora. Pero no fue sólo eso lo que precipitó mi cambio, hubo una persona, que de alguna forma, me ayudó. Era un compañero de trabajo y desde el instante en que lo conocí, supe que algo se había instaurado entre los dos.
                  El que fuera tan absolutamente atractivo, no tuvo nada que ver, pues creo que sólo lo era para mí, las demás compañeras no lo encontraban de esa forma. Era más bien bajo, de porte algo desgarbado y un rostro de lo más normal. Pero yo sentía una especial atracción por su forma de ser.
                     No se si era realmente, su manera de sonreír o quizá de mirar a los ojos. Lo cierto, es que me tenía absolutamente abducida. No terminaba de comprender esta reacción mía, pero si es verdad, que de alguna manera, empecé a quererle.
                      El amor es algo estúpido en casi todas las ocasiones. Uno ama a quien no debe y nos da lo mismo. Es algo así como ciego, porque en mi caso, a pesar de tener un marido y una vida hecha, sentí por él una intensa pasión, lo que me obligó a dejar atrás lo que sentía por mi pareja. Me marché con él, tiempo después, cuando se acabo la pasión, me arrepentí, pero...ya era demasiado tarde.
                          

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